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jueves, diciembre 15, 2011

Carta abierta a los Reyes Magos



            Majestades, ya sé que no es usual que recibáis cartas de adultos, sino de  niños en solicitud de regalos, porque los seres humanos, con el transcurrir de los años y desde que llegamos a ser adultos, que es como decir desde que perdemos la inocencia, nos olvidamos que, años atrás, fuimos niños también, porque la memoria humana es frágil y tornadiza, sobre todo en lo que concierne a recordar ese territorio mágico de la infancia del que somos expulsados cuando empezamos a razonar, a utilizar la lógica, olvidando lo más esencial para alcanzar unas briznas de felicidad como son la ilusión y la inocencia, sin las cuales la vida, el mundo, es un territorio  desolado en el que, en vez de vivir, sólo sobrevivimos a costa de renunciar a nuestros propios sueños.
.           Sin embargo, no quiero dejar de pediros lo que sólo VV.MM., hacedores de ilusión y magia, podéis conceder a este mundo convulso en el que vivimos y para lo  que, en particular en lo que concierne a España, es necesaria una gran generosidad y capacidad de generar ilusión  que solo VV.MM. poseéis para poder resolver todos los graves problemas por los que atravesamos: la crisis económica, el paro galopante, la situación de quiebra de las instituciones, la falta de confianza de los mercados financieros en las posibilidades de recuperación de nuestro país; pero, especialmente, en la carencia evidente, y cada vez más acentuada, de confianza que tenemos los españoles en nosotros mismos y en las posibilidades de poder salir de este caos en el que nos han sumergido diversos factores adversos, entre los que se encuentran la mala gestión económica del gobierno que está a punto de salir, cuya consecuencia se advierte en las arcas vacías que han dejado y los cinco millones de parados, y de lo que también es culpable  la mala situación financiera internacional.
Por este motivo me dirijo a VV.MM, porque sois los únicos que podéis concedernos a todos los ciudadanos de buena voluntad –ya que a los que no la tienen no es posible darles algo que va en contra de su propia naturaleza-, que nos concedáis una buena dosis de ilusión y esperanza en el próximo  año 2012 ,en el que llegaréis con vuestra comitiva que anuncia buenas nuevas, como la que la historia       –aunque existen dudas al respecto-, os adjudicó al anunciar la llegada de Jesús a un humilde pesebre, entre bueyes y mulos que proporcionaban el poco de calor que le era dado a quien venía a abrasar al mundo con su mensaje de amor, generosidad y compasión y a proporcionar la luz que ilumina a buena parte de la Humanidad en estos dos milenios que han pasado desde que llegasteis a traerle al niño Jesús oro, incienso y mirra.
Sé que es muy difícil lo que os pido, dada la situación de desánimo, de desaliento generalizado, pero si no tenemos esa pizca de ilusión y esperanza en que es posible salir de esta terrible crisis que ha hecho naufragar a muchas familias, empresas y destinos personales, no será entonces viable alcanzar una salida de este pozo oscuro en el que se encuentra sumida la sociedad española, porque cuando las fuerzas decaen y, además, falta la confianza en la viabilidad del proyecto, no existe posibilidad alguna de alcanzar la salvación colectiva, ya que ésta sólo la genera la carga de ilusionada energía, esfuerzo colectivo y esperanza generalizada encarnada en actos que hagan levantar a este gran país llamado España de la situación actual, casi agonizante, en la que se encuentra.
La llegada de un nuevo gobierno parece haber alentado a muchos de los ciudadanos que creen que estos nuevos gestores serán mejores que los anteriores por los muchos indicios que ofrece la experiencia pasada, la historia reciente de nuestro país. A ese cariz optimista parecen apuntarse los mercados financieros, aunque con muchas reservas y constantes subidas y bajadas en la bolsa, pero eso es algo natural al principio de la recuperación de esta larga enfermedad que padece España desde hace siete años y que presentará nuevos síntomas de recaída y aparentes mejoras en los primeros tiempos, porque no es fácil una recuperación total en pocos meses y la paciencia, además de la ilusión y esperanza esforzada, son las mejores medicinas para recobrar la salud nacional.
España es un país abierto, multicultural, libre y que presenta muchos contrastes de lenguas, creencias, culturas, folklore y confesiones religiosas. Pero también existe una nota común, secular y tradicional en nuestra historia, y es nuestra cultura religiosa, cristiana y católica. Es por ello necesario que, sin obligar a nadie a tener una u otra creencia, porque éstas entran dentro de la libertad de conciencia y creencia que no se pueden conculcar, si es necesario delimitar y aclarar los matices.

            En estos últimos años hay una gran confusión, sobre todo entre los niños y jóvenes, pues la tradición que VV.MM. representáis (independientemente de vuestra realidad histórica tan discutida, pero estas son otras cuestiones que no me compete debatir en esta carta) está perdiendo terreno a favor de la competencia yanqui encarnada en ese muñeco rojo y blanco, barrigudo y con aspecto de abuelete bonachón, creado para la casa Coca Cola y diseñado allá por los años cincuenta para una compaña publicitaria de dicha empresa y que es un paródico trasunto de San Nicolás, conocido en los países nórdicos como Santa Claus y que tiene como ventaja añadida, además de la novedad que es el mayor reclamo, el de llegar la víspera de Navidad para traer los regalos tan esperados por los niños, y también mayores que se han sumado a esta moda traída desde allende los mares, aunque nacida en Europa, allá por el siglo IV d.C., aunque la iglesia ha quitado del santoral al obispo que es conocido como San Nicolás, por no aceptar su realidad histórica que, además, ha sido completamente falseada y utilizada para fines meramente comerciales, ofreciendo de su figura una idea consumista y mercantilista, ajena a la realidad del personaje que supuestamente, vivió hace siglos aunque no se sepa bien cuáles fueron sus circunstancias reales.
 Por ello, no hay que  olvidar que sois VV.MM. quienes habéis llenado de ilusión la mente de los niños durante muchas generaciones en el mundo católico y occidental, porque en vuestra real llegada se condensaba toda la magia de la Navidad, endulzada con el turrón y alegrada con el canto de los villancicos. Representáis la tradición religiosa y cultural de un país abocado en los últimos tiempos a ser amnésico de su propia historia, cultura, creencias, historia, folclore y, si  nos descuidamos un poco, a olvidarse de quién es, de donde viene y adónde va..

            Es por estos motivos, Majestades, que vuestra real presencia es lo único que nos alegra la vista, a niños y adultos, cuando llega enero y su temida cuesta que ahora se prolonga todo el año, y nos recuerda, a los mayores que dejamos la niñez atrás hace décadas, que es verdad que existió una época en la que las tradiciones, las creencias y la propia cultura eran signos distintivos de una realidad histórica y social en la que los niños no recibíamos tantos juguetes, pero sí recibíamos las enseñanzas en casa del respeto a los demás, empezando por los padres, los profesores, las personas de edad y cualquier otro ser humano de cualquier edad y condición; y nos hablaban de nuestra propia civilización, es decir, occidental, europea, española y cristiana, porque poco se puede respetar al prójimo si no se comprende, acepta, respeta y dignifica lo que uno mismo es y representa.
            Un año más, Majestades, os agradezco vuestra llegada, porque no sólo traéis juguetes y demás regalos y, sobre todo, ponéis ilusión en la mirada de los niños que nos hace recordar con nostalgia, a los que ya no lo somos, la misma espera anhelante y emocionada de vuestra llegada y nos devolvéis la memoria de lo que un día fuimos y a lo que no queremos renunciar a ser jamás, porque en ello nos va nuestra propia dignidad que muchos parecen querer hacernos olvidar a costa de  respetar a todo y todos, menos  a lo que somos y fueron nuestros mayores, en un suicidio cultural en el que no podría sobrevivir ni siquiera ese descafeinado Papá Noel que sólo representa el victorioso avance de la cacareada globalización en la que pereceríamos todos, porque no se puede sobrevivir si se matan las propias raíces que nos nutren.

Majestades, esperamos en 2012  vuestra augusta llegada que será siempre bienvenida en el corazón de todo ser humano que aún mantenga vivo dentro de sí mismo el niño que un día fue, porque en vuestra venida traéis prendido el recuerdo imborrable de ese mapa imaginario de la niñez en el que se resume toda la historia personal que se nutre cada día del territorio mágico de la infancia que, una vez abandonado, siempre nos llama con el eco mudo de la más profunda nostalgia.http://ww.anaalejandre.com