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sábado, febrero 28, 2009

Carta abierta a un ciudadano medio




Apreciado ciudadano español medio:

Te escribo como ciudadana media y como española que, al igual que tú, no entiende nada de lo que sucede, aunque sufre, sufrimos, las consecuencias. Es decir, me refiero a la controvertida, aunque negada por el Gobierno, crisis económica que para todos los españoles está suponiendo un encarecimiento insoportable de la cesta de la compra, del combustible, de las hipotecas, de los artículos de primera necesidad, aunque todo ello viene siempre aderezado por una negativa constante de los polítcos en el poder que afirman que no existe tal crisis y que solo viene producida esta alzada imparable de precios por la subida del petróleo que sufren todos los países occidentales no productores.


A todo ello, se suma la huelga de transportistas, la de los pescadores hartos de pescar para que otros, los intermediarios innumerables y superpuestos, eleven hasta niveles altísimos para el consumidor, los precios del pescado, mientras ellos, los que pescan, se quedan con una cantidad insuficiente para pagar los gastos que les ocasiona la propia actividad, pesquera; además de las manifestaciones continuas de los agricultores y ganaderos que sufren las mismas paupérrimas condiciones económicas que incitan a más de uno de ellos a abandonar dichas actividades y de cuya situación sigue siendo la causa, afirma el Gobierno, la actitud intolerante y provocadora de unos pocos que quieren colapsar la vida económica nacional; pero todo ello sin atender el Ejecutivo a las justas razones que esgrimen unos y otros, poniendo así en peligro la continuidad de muchos afectados de esas actividades del sector primario que son fundamentales para la propia sociedad, en cuanto que afectan a la producción de alimentos, y que aboca a más de un profesional de los sectores perjudicados a abandonar sus actividades profesionales por la carestía de precios de combustibles, de la presión fiscal insoportable y de la mastodóntica pirámide creada por intermediarios que se llevan la mejor tajada económica, y por otros muchos condicionamientos insoslayables, poniendo en peligro muchos puestos de trabajo y,en consecuencia, creando una mayor carestía en los artículos agrícolas, ganaderos y pesqueros que son fundamentales para la alimentación humana, al bajar la oferta y seguir la misma demanda, por ser artículos de primera necesidad.


Naturalmente, tú te preguntas, como hacemos todos, cómo es posible que, si no existe la cacareada, por unos, y negada, por los que ostentan el poder, crisis económica, pagando lo mismo que antes, ahora llenes el depósito de gasolina o gasoil a medias, que pagues más cada vez por la hipoteca de tu casa, que el importe de la consumición en cualquier cafetería o bar haya aumentado notablemente, aunque la calidad del servicio y la del café que te sirven sea la misma de siempre; o que, cuando vayas al supermercado, pagues por el carro medio lleno lo mismo que antes, pocos meses o un año atras, pagabas por el carro de la compra lleno y, por ello, ahora te lo pienses dos veces antes de comprar esa carne que siempre consumías, o esa lata de cerveza, sin olvidar que has renunciado a comer r el pescado que antes comprabas, porque ahora ya te conformas con uno de menor calidad, o prefieres los productos congelados, aunque también hayan subido sus precios, pero en menor proporción que los de los frescos.


Así te debates entre el estupor que te produce lo que la realidad te confirma y los portavoces polítcos te niegan. Y empiezas a pensar que, si has de hacer caso a una de las dos fuentes de información, prefieres acatar lo que dice tu bolsillo a la hora de pagar la factura del supermercado, de la gasolinera, del recibo de la hipoteca, etc., y empiezas a creer menos en lo que te aseguran y proclaman lo que niegan tal crisis y afirman que la bonanza económica de este país, llamado España, es incuestionable, ascendente e imparable y el que diga lo contrario sólo quiere crear un clima de descontento, de malestar en la ciudadanía, con fines siempre partidistas y contrarios al Gobierno.


Tú, estupefacto, miras tu monedero y el saldo del banco y piensas que los doscientos euros que te ha pagado el Gobierno para demostrar la salud económica del país, es un camelo, porque te van a salir caro los primeros doscientos euros y los segundos también, ya que los vas a pagar en forma de subida de precios imparables, de restricciones en tu consumo y en tu calidad de vida y, sobre todo, en tu tranquilidad psicológica, porque te preguntas qué va a suceder mañana, el mes próximo, o dentro de un trimestre, si sigue la economía dando bandazos, los precios escalando posiciones insoportables para la economía media, o sea la del noventa por ciento de los españoles, mientras el Gobierno sigue pensando, afirmando y proclamando, que todo va bien, aunque las huelgas se sucedan unas tras otras, empezando por el personal de la Administración de Justicia, paralizando los Juzgados y Tribunales, con el perjuicio consiguiente a los ciudadanos con pleitos y causas pendientes, los transportistas colapsando el tráfico en las carreteras y los ganaderos, pescadores y agricultores empiezan a decir qe nanay, que con las condiciones leoniñas en las que están trabajando va a seguir “Rita, la cantaora”, porque a ellos no les da ni para cubrir gastos y los que se enriquecen son los intermediarios a su costa; y, por si fuera poco todo este desaguisado, el sector de la construcción, uno de los puntales principales de la economía española, desciende alarmantemente en cifras, con la destrucción de miles de puestos de trabajo en dicho sector y en las empresas secundarias que viven de la venta y compra de pisos o en la fabricación de materiales y acabados de la construcción, además de empezar a oirse voces autorizadas que hablan del peligro de que la Seguridad Social, en un futuro no muy lejano, no pueda pagar las pensiones.


Con todo este panorama de despropósitos e inconguencias entre la realidad del conumidor y lo que afirman los que mandan, advertimos los que pagamos las facturas que, a pesar de los doscientos euros ahora y los doscientos euros de meses después, no nos cuadran las cuentas y, lo que es peor, tampoco les cuadran al Gobiern, aunque eso no lo reconoce ni por activa ni por pasiva, y eso sí que nos preocupa, porque de esas cuentas que ellos administran dependen los millones de cuentas domésticas de los españoles quienes, al igual que han hecho secularmente los agricultores, miran, miramos, al cielo, preguntándonos cuánto va a durar el optimismo irracional de los políticos que cada vez nos recuerdan más a la lechera del cuento, aunque en este cuento que es la vida real, lo malo es que el cántaro de la leche, cuando se hace añicos, siempre somos los españoles los que pagamos y tenemos que recomponer los destrozos causados por quienes sabían hacer cuentas de futuro sin mirar el presente, y sin tomar las debidas precauciones para que el tropiezo, o los tropiezos, sean los menos posibles y con los menores perjuicios para todos, y, todo ello, sin el recurso fácil de tener que echarle siempre la culpa a la oposición, a Bin Laden ni al moro Muza, que , al fin y al cabo, la historia reciente lo demuestra de forma sangrante, son siempre los malos de la película, y los espectadores, o sea, los ciudadanos, de este cuemto utópico que nos estan queriendo contar y que es tan similar al cuento de la lechera, lo único que provoca es que la leche derramada, la buena, y la mala que se les está poniendo a todos los españoles, hayan votado a una opción política u otra, cuando empiezan a pensar en lo qué están haciendo los que mandan y ¿gobiernan? con las arcas que antes estaban llenas y ahora están vacías, pero eso sí, todo es producto, según la opinión de los políticos en el poder, de la conjura judeo-masónica que quiere demostrar que no lo saben hacer tan bien como ellos dicen, lo que ya no les cree nadie por la fuerza contuendente de los hechos.


Y si no, querido conciudadano, respóndele al Gobierno cuando le oigas afirmar que toda la economía marcha viento en popa y a toda vela, parodiando lo que le decía el padre a la niña en el anuncio televisivo: ”Yo lo he entendido, pero ahora cuéntaselo a mi bolsillo porque él si que no lo entiende…”


Te deseo, como a todos los españoles, paciencia y lucidez para no cometer, si lo hiciste la vez anterior, a la hora de votar, el mismo error de confianza que nos ha llevado hasta este callejón del que, cada vez, parece más dificil encontrar la salida; y del que quienes la pueden encontrar no son, precisamente, los que ahora nos dicen que de crisis, nada, y que todo siguel igual de bueno, bonito y barato y, todo ello, debe ser porque, cuando se dirigen al pueblo, o sea al ciudadano medio, nos deben tomar a todos por medio tontos o, peor aún, por tontos y medio.

Sinceramente.