La interesante
correspondencia dirigida a Nathaniel Hawthorne por Herman Melville,
autor de la inmortal novela “Moby Dick”
Ana Alejandre
La editorial La Uña Rota publicó hace unos meses una obra en la que se recoge
la correspondencia que mantuvieron Herman Melville y Nathaniel Hawthorne,
aunque más apropiado sería decir las cartas que dirigió el primero al segundo,
de las que se conservan diez y sólo una de las recibidas por Melville. Este
corto número de cartas se suma a otras dirigidas a otros destinatarios y no
pasan de la cifra de trescientas, por lo que la correspondencia de Melville es
una de las más escasas que se conservan de grandes autores y contrasta
sobremanera con las nueve mil cartas que existen de Benito Pérez Galdós o las
doce mil de Henry James, según afirma en el prólogo de este libro Carlos Bueno,
lo que convierte a la correspondencia de Melville en verdaderamente exigua,
pero su cortedad no le resta un ápice de interés por la personalidad de su
autor.
Muchas de sus cartas desaparecieron en incendios y naufragios, lo que es
lamentable, pues con ellas se perdieron todas las vivencias que narrara, ya que
toda correspondencia es una de las fuentes de información más importante de la
vida e idiosincrasia de su autor que, en el caso de Melville, se muestra como
una naturaleza excesiva y entusiasta, aunque también taciturno y hogareño que
rehuía las relaciones sociales, excepto con Hawthorne con quien
inicia su amistad sin ningún tipo de recelo y de forma sincera y apasionada.
Además, por confesión de Melville, se sabe que destruía todas las cartas
recibidas después de su lectura, llevado por un "vil hábito" como el
escritor lo denominaba.
Ambos autores estaban en pleno auge de sus respectivas carreras literarias,
aunque esto no le impedía a Melville compaginar la escritura con la bebida para
ahuyentar sus demonios interiores, temores e inseguridades. En los meses en los
que fueron escritas las cartas, entre 1851 y 1852, Melville explica a Hauthorne
su vida en la granja Arrowhead de Pittsfieldm, Massachussets.
Ambos escritores se conocieron el 5 de agosto de 1850, bajo una fortísima
tormenta de la que intentaron refugiarse en un abrigo de la Monument Mountain,
rodeados de peñascos y bajo la luz blanquecina de los rayos y el fragor de los
truenos. Durante dos horas estuvieron perdidos y cuando los encontraron estaban
ajenos a todo y manteniendo una interesante conversación que puso de manifiesto
sus afinidades intelectuales y sus inquietudes morales sobre cuestiones
candentes de la época, lo que dio pie a su amistad, una de las más breves,
intensas y polémicas de la literatura norteamericana. Tal fue de intensa su
amistad que Melville le dedicó a Hawthorne su obra "Moby Dick", que
estaba escribiendo en esos momentos con una dedicatoria alabatoria a su amigo:
"En señal de mi admiración a su genio este libro está dedicado a Nathaniel
Hawthorne". Parece ser que su sincera admiración no fue correspondida en
igual medida por este último. Esta correspondencia muestra el genio de los dos
corresponsales: el de quien escribe las cartas y el otro que es aludido.
Las cartas muestran que la amistad de ambos escritores se fraguaba en las
muchas veladas que Melville pasaba en casa de Hawthorne, en las que mantenían
largas conversaciones hasta el amanecer, bebiendo y fumando, aunque Melville no
podía asistir a dichas reuniones con la frecuencia deseada por las muchas
obligaciones que le imponía la granja y sus múltiples quehaceres y las
cosechas. Eso le obligaba a Melville a desplazarse a un tercer piso de Nueva
York para encontrar la paz que necesitaba para escribir su obra más famosa, a
la que el autor llamaba "mi Ballena", necesitado de lograr un éxito
literario después de tantos fracasos literarios anteriores, aunque sabía y
aceptaba el hecho de que la fama es azarosa y siempre condescendiente.
Melville reconoce en esta correspondencia que le que le gusta escribir no da
dinero, por lo que no se publica, y afirma que no puede escribir de otro modo,
para terminar diciendo : "Así que el resultado final es una chapuza y
todos mis libros son un estropicio". Hawthorne, por el grado
de confianza y afecto que destilan estas cartas, entendió la importancia de
"Moby Dick" en el panorama de la literatura norteamericana, al contrario
de lo que hizo la crítica de la época en la que fue publicada dicha obra, y
también para la novelística mundial. Esto parece habérselo dicho a Melville,
aunque no se conserva la carta, lo que llenó de gozo y entusiasmo a este último
tan necesitado de comprensión hacia su obra, sintiéndose solo y rechazado por
la crítica, quien le contestó con palabras efusivas y agradecidas ante los
elogios de su amigo, afirmando: "He escrito un libro endiablado y me
siento puro como un cordero".
Sin embargo, la amistad de ambos escritores estaba llamada a su fin, pues
después de la publicación de "Moby Dick", ambos amigos sólo se vieron
dos veces. La última de ellas, en noviembre de 1856, fue en Liverpool, donde
Hawthorne había conseguido un puesto como cónsul y este notó que Melville
estaba un poco más pálido y un poco más triste, lo que achacó a ciertas
dolencias que había sufrido Melville por su apasionada dedicación a la
escritura y los escasos éxitos conseguidos.
Fue esa falta de éxito lo que motivó, quizás, que Melville dejó de escribir
novelas a partir de entonces, después de dedicarse a ello durante diez años, y
escribió poesía durante las dos décadas siguientes, aunque volvió de nuevo a
escribir narrativa en los últimos años con su novela ".Billy Budd",
obra inacabada que cuenta la historia un marino en la Royal Navy de las guerras
napoleónicas y que no sería publicada hasta 1924.
Comenzó entonces a vivir una serie de tragedias familiares como fue el suicidio
de su hijo Malcolm, con tan solo 18 años, disparándose en la cabeza, aunque se
desconocen las razones que le llevó a tomar tan trágica decisión. Después, su
segundo hijo, Stanwix, se quedó sordo y murió de tuberculosis a los 35 años, en
vida del escritor. Así como su hija Bessie padeció una grave enfermedad y tuvo
que requerir cuidados de su madre toda su vida. Todas estas desgracias
familiares parecen haber coadyuvado a sus continuos excesos alcohólicos, las
continuas infecciones pulmonares y de piel que fueron agravándose con los
años.
A pesar de todos sus fracasos literarios, incomprensión y soledad, a los que se
sumaron las tragedias familiares vividas, no impidieron que, a partir de 1920
--aunque falleció en 1891-, su figura fuera reivindicada como uno de los
grandes escritores universales y su obra "Moby Dick" es considerada
una obra cumbre de la literatura mundial que ha inspirado películas, incluso ha
llegado al manga, y es una de las obras más traducidas y leídas de todos los
tiempos.
Ahora, a raíz de esta correspondencia inédita hasta el momento en España, se
puede llegar a conocer mejor a este escritor del que parecía saberse muchas
cosas, pero aún quedan otras muchas por conocer de su apasionado carácter y de
su innegable talento narrativo que siempre encontró escollos para sobresalir
hasta que el tiempo, que siempre descubre la verdad, le ha hecho justicia
póstuma, reivindicándolo ante la memoria siempre olvidadiza de los hombres que
en vida no supieron apreciar su genio creador y su innegable autenticidad
creadora.