Translate

Buscar en este blog

jueves, noviembre 09, 2006

Carta abierta a las Asociaciones de Víctimas del Terrorismo




Os escribo como una ciudadana cualquiera para manifestaron mi adhesión y apoyo moral, uno de tantos millones que recibís de todos los españoles de buena voluntad, porque todas representáis la memoria colectiva de un pueblo que ha sido masacrado por la barbarie terrorista y ahora se encuentran ante la indiferencia de los políticos responsables hacia el recuerdo de las víctimas, el sufrimiento de sus familias y de los miles de afectados por las secuelas físicas y psíquicas que el horror deja en ellas, en vez de ser honrada su memoria y dignificada para que quede permanente en la memoria de las generaciones siguientes y así evitar cualquier tipo de claudicación o debilidad ante los causantes de tanta muerte inútil, de tanto sufrimiento y tanta desolación como ha sembrado en vuestras vidas, y en la memoria de todos los bien nacidos, la siniestra labor de esa banda de asesinos y de sus secuaces, en busca de que toda una nación se ponga de rodillas ante ella y le conceda sus disparatadas exigencias, además del perdón judicial por sus asesinatos –el mismo perdón que nunca piden a las víctimas, encarnadas en vosotras, ni al colectivo de los ciudadanos-, y, sobre todo, nunca conseguirán el olvido de su trayectoria sanguinaria en pos de una supuesta pacificación de Euskadi, hermosa tierra, a la que “sus pacificadores” han sumergido en una espiral de violencia y terror como únicos agentes desestabilizadores.

Ahora, es el momento de permanecer firmes y unidos todos los españoles de bien que no hemos perdido la dignidad, la decencia ni la memoria para que, quienes detentan el poder, no hagan concesiones a quienes sólo deben recibir el justo castigo por sus crímenes, la repulsa y el ostracismo. Es momento de fortaleza y unión entre todos los que representáis el dolor real y personal de las secuelas del terrorismo, sin importar la denominación oficial de víctimas de ETA o del “terrorismo islámico”, representadas por la Asociación de Víctimas del 11-M, denominación que engloba a las víctimas de un terrorismo disfrazado, pero manejado por la misma mano asesina, y el resto de la ciudadanía que somos potenciales víctimas también del mismo terror, de la misma barbarie.

Para ello, además de las manifestaciones convocadas por esas Asociaciones, también es necesario y recomendable que, quienes no estamos de acuerdo con “las negociaciones de la vergüenza” que se están llevando a cabo con una banda de asesinos que roban pistolas, amenazan a jueces, utilizan la kale borroka como otra arma más de presión y chantaje, mandan cartas de extorsión a los empresarios y un largo etcétera en el que e incluyen todas las formas en las que se puede ejercer el horror, manifestemos de todas las maneras posibles y legales que estén a nuestro alcance que no olvidamos ni, mucho menos, perdonamos a quienes ni están arrepentidos de los asesinatos cometidos, ni de los intentos fallidos y de los daños causados a todo el pueblo español, por lo que no vamos a consentir que obtenga trato de favor ante los Tribunales que juzgan sus delitos ni, menos aún, vamos a votar a políticos que quieren conseguir los votos de todos, a costa de lo que sea, para mantenerse en el poder aunque para ello haya que despedazar a este país llamado España y entregársela a los nacionalistas-separatistas que, respaldados por los terroristas, primero disparan éstos y, después, preguntan aquellos si queremos más de lo mismo, es decir, del terror que ellos encarnan en pos de conseguir sus oscuros designios con sus más siniestros y mortíferos métodos.

Por todo ello, vosotras, Asociaciones que representáis el dolor encarnado en un pueblo que ha sido masacrado con acciones terroristas, no tenéis que tener ninguna generosidad -como insinúan los políticos que, supuestamente, nos representan y defienden a todos-, hacia los propios causantes de vuestros sufrimientos, que son los nuestros también, ni mucho menos olvidar lo que os/nos han hecho, sino que hay que proclamar a los cuatro vientos que las únicas víctimas que existen, en este oscuro panorama que estamos viviendo, son las propias víctimas del terrorismo, sus familias y el colectivo de la ciudadanía española de bien, por lo que no vamos a consentir que se inviertan los términos, convirtiendo a los asesinos en víctimas y al pueblo vasco en moneda de cambio, ese mismo pueblo que permite, por miedo la mayoría y, los menos, por convicción, que entre su seno haya alimañas que creen que el derecho a la vida merece menos consideración y respeto que el supuesto derecho a la autodeterminación de ese mismo pueblo, aunque sea conseguido por el uso de las armas y el terrorismo, cuando lo único que determina y define a un pueblo es el respeto a las normas democráticas de convivencia y al absoluto respeto a la legalidad y al mayor de los derechos que ella respalda como es el derecho a la vida.

Los únicos culpables del “conflicto vasco” son los asesinos y terroristas que no entienden más lenguajes que el de las armas contra los que no piensan igual que ellos y, además, son los únicos enemigos de la propia nación vasca, a la que tienen secuestrada a fuerza de violencia y terror. Son a ellos a los que debería expulsar de su seno el propio pueblo vasco y, hasta que no lo haga, no alcanzará la paz a la que tanto alude la izquierda abertzale cuando defiende el uso de las armas para alcanzar la pacificación, en un alarde de cinismo a la que nos tiene tan acostumbrados, consecuencia fatal de su propia enajenación.

No hay nación, que merezca ese nombre, que pueda estar establecida y consolidada sobre un terreno regado de cadáveres y una bandera manchada de sangre inocente, por obra y gracia del uso del terror y de los políticos que, amparándose en unos acuerdos espúreos, traicionan al pueblo que representan, porque sus propios cimientos estarían nadando sobre la ignominia de unas muertes que claman justicia y reparación, pero nunca indiferencia, olvido ni perdón.

Contáis con mi respeto, adhesión y colaboración porque, como miembro de esta sociedad española, me siento partícipe de vuestros sufrimientos y de vuestra lucha en solitario para alcanzar la justicia, la reparación -sólo en lo posible, porque nada puede compensar por una vida perdida ni por una familia deshecha-, y la comprensión de todos: Jueces, Fiscales, políticos, periodistas y la sociedad española en su conjunto, para que actuemos, codo a codo, en una lucha común y compartida que haga posible que la Justicia sea aplicada a los culpables de tanto horror y así las víctimas puedan descansar en paz y las familias afectadas puedan obtener el consuelo de que sus sufrimientos no han sido burlados ni sus justas reivindicaciones desoídas.

Sabéis que la mayoría de los españoles de cualquier Comunidad, provincia o pueblo, estamos con vosotras, las diversas asociaciones de víctimas del terrorismo de cualquier denominación “oficial” que se le dé al mismo monstruo con diferentes caras, y os apoyamos en vuestro clamor para que se haga justicia y no se negocie con los asesinos de vuestros seres queridos que sólo cometieron el error de pasar por un lugar donde un coche-bomba o una pistola les iba a sesgar la vida, creyendo que vivían en un país de libertades democráticas; y el resto de los que piensan que todo vale para conseguir un fin, incluida la propia vida humana, no cuentan porque no son ciudadanos de ninguna nación, ni de ninguna “comunidad histórica” –como si hubiera alguna que no lo fuera- porque son extranjeros en todas partes, incluso de sí mismos y de su propia condición humana y, por ello, no representan a nadie, ni a nada, ya que sólo representan la imagen psicópata de unas mentes criminales que buscan cualquier excusa para matar, quizás porque no tienen agallas para matarse a sí mismos en una inmolación total y definitiva de su propia locura.

Sabéis que es una lucha larga y difícil la que os espera y para la que contáis con la ayuda moral de la mayoría del pueblo español de buena voluntad; pero la verdad siempre se abre camino y, como dijo el gran escritor y dramaturgo Bertolt Brecht: “Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque”.

Recibid mi máxima consideración y respeto.



Ana Alejandre

© Copyright 2006. Todos los derechos reservados