Son
las seis y media de la mañana y hace frío mientras escribo. Apenas he dormido
en toda la noche. ¿Es Giorgio hijo mío? La primera noche que dormí contigo en
Zurich fue el 11 de octubre y él nació el 27 de julio. Esto hace nueve meses y
diecisiete días. Recuerdo que aquella noche hubo muy poca sangre... ¿Te habías
acostado con alguien antes de hacerlo conmigo? Me habías contado que un cierto
Hallohan (un buen católico, claro, cumpliendo siempre sus deberes de Semana
Santa) quería tenerte, cuando estabas en el hotel, usando lo que llaman un
“condón”. ¿Llegó a hacerlo? ¿O le permitiste sólo que te acariciara y te tocara
con sus manos? Dime. Cuando estabas con el otro (un “amigo” mío) en aquel prado
cerca del Dodder (las noches en que yo no estaba allí), ¿estabas tendida cuando
lo besabas? ¿Le pusiste tu mano como hiciste conmigo en la oscuridad y le
dijiste como a mí, “qué es esto, cariño”? Un día caminé arriba y abajo por las
calles de Dublín sin oír otra cosa que estas palabras, repitiéndolas una y otra
vez y permaneciendo quieto para escuchar mejor la voz de mi amor. ¿Qué pasará
ahora con mi amor? ¿Cómo voy a ahuyentar el rostro que aparecerá ahora entre
nuestros labios? ¡Noche por medio en las mismas calles! He sido un loco.
Siempre creí que sólo te dabas a mí, y estabas dividiendo tu cuerpo entre el
mío y el de otro. Aquí en Dublín circula el rumor de que yo he recogido las
sobras de otro. Quizás se ríen cuando me ven pasar con mi hijo por las calles.
¡Oh, Nora! ¡Nora! ¡Nora! Ahora estoy hablando a la muchacha que amé, que tenía
el pelo castaño rojizo, y que se acercó tranquilamente a mí, me tomó entre sus
manos y me hizo un hombre.
Marcharé
a Trieste tan pronto como Stannie me mande el dinero, y luego veremos qué es lo
mejor que podemos hacer. Oh, Nora, ¿hay alguna esperanza para mi felicidad?
¿Quedará mi vida destrozada? Aquí dicen que me estoy consumiendo. Si pudiera
olvidar mis libros y mis hijos, olvidar que la muchacha que amé me era infiel,
y recordarla sólo como la vi con los ojos de mi amor juvenil, me iría contento
de la vida. ¡Qué viejo y miserable soy!
JIM
21 de agosto de 1909
44
Fontenoy Street, Dublín
Querida
Nora, creo que estás enamorada de mí, ¿no es así? Imaginarte leyendo mis
poesías me encanta (pues te tomó cinco años aprenderlas) Cuando las escribí era
un muchacho extraño y solitario, que paseaba solo de noche y pensaba que algún
día me amaría una muchacha. Pero nunca pude hablar a las muchachas que solía
encontrar en las casas. Enseguida me irritaban sus falsos modales. Entonces
llegaste tú. En algún sentido tú eras la muchacha en quien había soñado y para
quien había escrito las poesías que ahora encuentras tan encantadoras. Ella era
quizás (tal como la veía en mi imaginación una muchacha modelada por la cultura
de generaciones anteriores, de una curiosa y grave belleza) la mujer para quien
escribí poemas como “Gentle lady” o “Thou leanest to the shell of night”. Pero
luego descubrí que la belleza de tu alma eclipsaba la de mis poesías. Había en
ti algo superior a todo lo que había expresado en ellas. Y por esta razón el
libro de poesías es para ti. Contiene el deseo de mi juventud, y tú fuiste
querida, la satisfacción de este deseo. ¿He sido cruel contigo? Al menos de una
crueldad no soy culpable. No he apagado el cálido e impulsivo amor vivificante
de tu rica naturaleza. Querida, observa ahora las profundidades de tu propio
corazón y dime que viviendo a mi lado no lo has visto envejecer ni endurecerse.
No, tú eres capaz ahora de un sentimiento más delicado y profundo que antes.
Pequeña Nora mía, dime que mi compañía fue buena para ti y yo te contaré
libremente todo lo que la tuya ha significado para mí. ¿Conoces la perla y el
ópalo? Cuando tú llegaste por primera vez en aquellas dulces tardes de verano,
mi alma era bella, pero con la pálida belleza desapasionada de la perla. Tu
amor me ha traspasado y ahora siente que mi espíritu es algo así como un ópalo,
lleno de matices y colores sutiles y extraños, de cálida luz y ágiles sombras;
de música interrumpida.
Querida
Nora, estoy muy preocupado acerca de cómo voy a reunir el dinero para Eva y
para mí y también para ir a Galway a ver a tus padres. Hoy escribí a tu madre,
pero realmente no deseo ir. Me hablarán de ti y de esas cosas que ignoro. Me
asusta incluso que me muestren una fotografía tuya de pequeña, pues pensaré,
“Entonces no la conocía, y tampoco ella a mí. Cuando por la mañana iba
tranquilamente a misa a veces miraba largo rato a algún muchacho que pasaba por
la calle. A otros, no a mí”. Cariño, quiero pedirte que tengas paciencia conmigo.
Tengo absurdos celos del pasado. Sé feliz hasta que regrese. Nora ingenua. Dile
a Stannie que mande dinero con rapidez, para que podamos vernos pronto.
¿Recuerdas el día en que te pregunté: indiferente, “¿Dónde puedo encontrarte
esta tarde?”, y tu me dijiste sin pensarlo, “¿Dónde puedes encontrarme, dices?
Supongo que me encontrarás en la cama”.
¡Magari!
¡Magari!
JIM
22 de agosto de 1909
44
Fontenoy Street, Dublín
Amor
mío, ¡no puedes sospechar el hastío que siento en Dublín! Es la ciudad del
fracaso, del rencor y la desdicha. Anhelo marcharme de aquí. Pienso
constantemente en ti. Por la noche, al acostarme, es una verdadera tortura. No
voy a escribirte en esta hoja lo que llena mi pensamiento, la locura del deseo.
Te veo en un centenar de posturas, grotesca, vergonzosa, virginal, lánguida.
Querida, cuando nos reunamos, entrégate a mí con plenitud. Todo esto es
sagrado, oculto para los demás, debes darte a mí libremente. Deseo ser el dueño
de tu cuerpo y de tu espíritu.
Hay
una carta que no me atrevo a ser el primero en escribir y sin embargo espero
que algún día tú lo hagas. Una carta sólo para mis ojos. Quizás tú la escribas
y así se mitigue la angustia de mi espera. ¿Qué puede pasar ahora entre
nosotros? Hemos sufrido y hemos sido puestos a prueba. Se ha desvanecido todo
velo de vergüenza o desconfianza entre nosotros. ¿Acaso veremos cada uno en los
ojos del otro las horas y horas de felicidad que nos esperan? Nora, adorna tu
cuerpo para mí. Cuando nos encontremos debes estar hermosa y feliz, enamorada y
provocativa; llena de recuerdos, llena de deseo, ¿Recuerdas los tres adjetivos
que utilicé en “Los muertos” al hablar de tu cuerpo? Eran estos: “musical,
extraño y perfumado”. Todavía laten celos en mi corazón. Tu amor por mí debe
ser intenso y violento para que olvide completamente. Nora, no permitas
siquiera que pierda el amor que te tengo. Si pudiéramos seguir de esta manera
juntos en la vida, podríamos ser muy felices. Déjame amarte, Nora. No mates mi
amor.
Te
llevaré un pequeño regalo. Todo es idea mía, y me ha costado mucho hacerlo como
deseaba. Pero será siempre un recuerdo de estos días. Querida, escríbeme y
piensa en mí. ¡Qué representa una semana o diez días comparado con todo el
tiempo de alegría que nos espera!
JIM
7 de septiembre de 1909
44
Fontenoy Street, Dublín
Querida,
mañana por la noche salimos. A última hora pude arreglarlo todo y viene Eva.
Prepara todas las cosas.
Intenté
recordar tu cara pero solo logré ver tus ojos. Deseo que estés lo mejor posible
para mí cuando llegue.
¿Tienes
vestidos bonitos? ¿Tiene tu pelo buen color o lo tienes lleno de mechas? No
tienes derecho a estar fea y desgarbada a tu edad, y espero que me hagas el
cumplido de estar bien arreglada.
Estoy
todo el día excitado. El amor es un maldito fastidio, especialmente cuando
también está unido a la lujuria. Es una provocación terrible pensar que en este momento tú
estás esperándome en el otro extremo de Europa mientras yo estoy aquí. Ahora no
estoy precisamente de buen humor.
Deja
que te hable de tu regalo. ¿Te gusta la idea? ¿O crees que es tan disparatada
como yo mismo? ¿Te han escrito tu madre o tu hermana hablándote de mí? Presumo
más bien que les agradé. ¡Qué estúpido soy preguntándote cosas que no puedes
contestarme!
Guarda
el piano y consigue una cama para Eva y Georgie. Asegúrate y prepáranos una
cálida cena o comida o desayuno cuando lleguemos. ¿Lo harás, no es así? Desde
el primer momento en que ponga mis pies en mi casa debes hacerme sentir que voy
a ser feliz en todos los sentidos. No empieces contándome historias sobre las
deudas que tenemos. Querida, quiero pedirte que seas conmigo todo lo amable que
puedas, pues estoy terriblemente nervioso debido a todas las preocupaciones y pensieri,
he estado de verdad muy nervioso. ¡Qué extraño será el momento en que te vea!
Pensar en ti esperando, esperando mi regreso.
Espero
que mi hermana Eva te simpatice. La gente dice que no es aconsejable llevar a
casa una hermana, pero fue idea tuya, querida. Estoy seguro de que serás amable
con ella, mi pequeña y bondadosa Nora. Y quizás dentro de dos años, tu hermana
Dilly pueda quedarse con nosotros unos meses.
Querida,
tengo un montón de noticias para contarte, y te las contaré cada noche en los
intervalos entre las otras cosas. ¡Qué momento éste, querida! Una breve
locura o el paraíso. Sé que pierdo la razón mientras dura. ¿Recuerdas qué fría eras
al principio, Nora? Eres una persona muy extraña. Y a veces eres realmente muy cálida.
Cuando
llegue hazme creer que hay algo de dinero. ¿Me harás una buena taza de café
negro en una bonita taza pequeña? Pregunta cómo hacerlo a la llorona Glabocnik.
Prepara una buena ensalada, ¿lo harás? Otra cosa, no traigas cebollas o ajos a
la casa. Creerás que estoy esperando un niño. No es esto, pero no sé qué hacer
de tan preocupado y excitado como estoy.
Querida,
querida, querida pequeña Nora mía, adiós por esta noche. Te escribí cada noche.
Ahora no soy demasiado mal: te llevaré mi regalo. iOh, Dios mío, qué excitado
estoy!
JIM
7 de septiembre de 1909
44
Fontenoy Street, Dublín
Querida,
mañana por la noche salimos. A última hora pude arreglarlo todo y viene Eva.
Prepara todas las cosas.
Intenté
recordar tu cara pero solo logré ver tus ojos. Deseo que estés lo mejor posible
para mí cuando llegue.
¿Tienes
vestidos bonitos? ¿Tiene tu pelo buen color o lo tienes lleno de mechas? No
tienes derecho a estar fea y desgarbada a tu edad, y espero que me hagas el
cumplido de estar bien arreglada.
Estoy
todo el día excitado. El amor es un maldito fastidio, especialmente cuando
también está unido a la lujuria. Es una provocación terrible pensar que en este
momento tú estás esperándome en el otro extremo de Europa mientras yo estoy
aquí. Ahora no estoy precisamente de buen humor.
Deja que te hable de tu regalo. ¿Te gusta la idea? ¿O
crees que es tan disparatada como yo mismo? ¿Te han escrito tu madre o tu
hermana hablándote de mí? Presumo más bien que les agradé. ¡Qué estúpido soy
preguntándote cosas que no puedes contestarme!
Guarda
el piano y consigue una cama para Eva y Georgie. Asegúrate y prepáranos una
cálida cena o comida o desayuno cuando lleguemos. ¿Lo harás, no es así? Desde
el primer momento en que ponga mis pies en mi casa debes hacerme sentir que voy
a ser feliz en todos los sentidos. No empieces contándome historias sobre las
deudas que tenemos. Querida, quiero pedirte que seas conmigo todo lo amable que
puedas, pues estoy terriblemente nervioso debido a todas las preocupaciones y pensieri,
he estado de verdad muy nervioso. ¡Qué extraño será el momento en que te vea!
Pensar en ti esperando, esperando mi regreso.
Espero
que mi hermana Eva te simpatice. La gente dice que no es aconsejable llevar a
casa una hermana, pero fue idea tuya, querida. Estoy seguro
de
que serás amable con ella, mi pequeña y bondadosa Nora. Y quizás dentro de dos
años, tu hermana Dilly pueda quedarse con nosotros unos meses.
Querida,
tengo un montón de noticias para contarte, y te las contaré cada noche en los
intervalos entre las otras cosas. ¡Qué momento éste, querida! Una breve
locura o el paraíso. Sé que pierdo la razón mientras dura. ¿Recuerdas qué fría eras
al principio, Nora? Eres una persona muy extraña. Y a veces eres realmente muy cálida.
Cuando
llegue hazme creer que hay algo de dinero. ¿Me harás una buena taza de café
negro en una bonita taza pequeña? Pregunta cómo hacerlo a la llorona Glabocnik.
Prepara una buena ensalada, ¿lo harás? Otra cosa, no traigas cebollas o ajos a
la casa. Creerás que estoy esperando un niño. No es esto, pero no sé qué hacer
de tan preocupado y excitado como estoy.
Querida,
querida, querida pequeña Nora mía, adiós por esta noche. Te escribí cada noche.
Ahora no soy demasiado mal: te llevaré mi regalo. iOh, Dios mío, qué excitado
estoy!
JIM
7 de
septiembre de 1909
44
Fontenoy Street, Dublín
Querida,
mañana por la noche salimos. A última hora pude arreglarlo todo y viene Eva.
Prepara todas las cosas.
Intenté
recordar tu cara pero solo logré ver tus ojos. Deseo que estés lo mejor posible
para mí cuando llegue.
¿Tienes
vestidos bonitos? ¿Tiene tu pelo buen color o lo tienes lleno de mechas? No
tienes derecho a estar fea y desgarbada a tu edad, y espero que me hagas el
cumplido de estar bien arreglada.
Estoy
todo el día excitado. El amor es un maldito fastidio, especialmente cuando
también está unido a la lujuria. Es una provocación terrible pensar
que en este momento túestás
esperándome en el otro extremo de Europa mientras yo estoy aquí. Ahora no estoy
precisamente de buen humor.
Deja
que te hable de tu regalo. ¿Te gusta la idea? ¿O crees que es tan disparatada
como yo mismo? ¿Te han escrito tu madre o tu hermana hablándote de mí? Presumo
más bien que les agradé. ¡Qué estúpido soy preguntándote cosas que no puedes
contestarme!
Guarda
el piano y consigue una cama para Eva y Georgie. Asegúrate y prepáranos una
cálida cena o comida o desayuno cuando lleguemos. ¿Lo harás, no es así? Desde
el primer momento en que ponga mis pies en mi casa debes hacerme sentir que voy
a ser feliz en todos los sentidos. No empieces contándome historias sobre las
deudas que tenemos. Querida, quiero pedirte que seas conmigo todo lo amable que
puedas, pues estoy terriblemente nervioso debido a todas las preocupaciones y pensieri,
he estado de verdad muy nervioso. ¡Qué extraño será el momento en que te vea!
Pensar en ti esperando, esperando mi regreso.
Espero
que mi hermana Eva te simpatice. La gente dice que no es aconsejable llevar a
casa una hermana, pero fue idea tuya, querida. Estoy seguro de que serás amable
con ella, mi pequeña y bondadosa Nora. Y quizás dentro de dos años, tu hermana
Dilly pueda quedarse con nosotros unos meses.
Querida,
tengo un montón de noticias para contarte, y te las contaré cada noche en los
intervalos entre las otras cosas. ¡Qué momento éste, querida! Una breve
locura o el paraíso. Sé que pierdo la razón mientras dura. ¿Recuerdas qué fría eras
al principio, Nora? Eres una persona muy extraña. Y a veces eres realmente muy cálida.
Cuando
llegue hazme creer que hay algo de dinero. ¿Me harás una buena taza de café
negro en una bonita taza pequeña? Pregunta cómo hacerlo a la llorona Glabocnik.
Prepara una buena ensalada, ¿lo harás? Otra cosa, no traigas cebollas o ajos a
la casa. Creerás que estoy esperando un niño. No es esto, pero no sé qué hacer
de tan preocupado y excitado como estoy.
Querida,
querida, querida pequeña Nora mía, adiós por esta noche. Te escribí cada noche.
Ahora no soy demasiado mal: te llevaré mi regalo. iOh, Dios mío, qué excitado
estoy!
JIM
¿25 de octubre de 1909?
44
Fontenoy Street, Dublín
Mi
Nora pobre y solitaria, dejé pasar tantos días sin escribirte porque me
llamaste imbécil sólo pocos minutos antes de que abandonara Trieste, por llegar
tarde a casa después de estar todo el día ocupado. Pero ahora lo siento por ti.
Nora, por favor no me digas nunca más estas cosas. Sabes que te quiero. A pesar
de lo ocupado que estoy desde que llegué, pienso todo el día qué regalarte.
Estoy pensando comprarte un juego de pieles negras, estola, gorro y manguito.
¿Te gustaría?
Aquí
me parece que pierdo todo el día entre la gente vulgar de Dublín, a la que odio
y desprecio. Mi único consuelo es hablar de ti a mis hermanas siempre que
puedo, como solía hacerlo a tu hermana Dilly. Es muy cruel estar separados.
¿Piensas en las palabras de tu collar de marfil? Esta vez tengo constantemente
tres imágenes distintas de ti en mi corazón. La primera, tal como te vi en el
instante de mi llegada. Te veo en el pasillo, juvenil y con aire de muchacha,
con tu vestido gris y tu blusa azul, y oigo tu extraño grito de bienvenida. La
segunda, te veo tal como viniste a mí aquella noche cuando estaba en la cama
dormido, con tu pelo suelto y las cintas azules en tu camisón. En la última, te
veo en el andén de la estación poco después de decirte adiós, con tu cabeza
medio girada hacia atrás de pesar, con un extraño gesto de desamparo. ¡Pequeña
y querida muchacha extraña! iY todavía me escribes preguntando si estoy
cansado de ti! Nunca me cansaré de ti, querida, si eres solamente un poco más
cortés. Esta vez no puedo escribirte con tanta frecuencia, pues [estoy]
terriblemente atareado desde la mañana hasta la noche. No te preocupes,
querida. Si lo haces, arruinarás mis posibilidades de hacer algo. Después de
esto espero que tendremos muchos, muchos, muchos largos años de felicidad.
Mi
pequeña, querida y leal Nora, no escribas de nuevo dudando de mí. Eres mi único
amor. Me tienes completamente en tu poder. Sé y siento que si en el futuro
tengo que escribir algo bueno o noble, lo haré únicamente escuchando sobre las puertas
de tu corazón.
¿Qué
conversaciones tan bonitas tuvimos juntos esta vez, verdad, Nora? Querida, las
tendremos de nuevo. ¡Coraggio! Por favor, querida, escríbeme una carta bonita y
dime que eres feliz.
Di a
mi hermoso hijito que iré a besarle alguna noche cuando se duerma rápidamente,
que no se preocupe por mí y que espero que esté mejor, y dile a esa graciosa
hija mía que le mandaría una muñeca pero que l uomo non ha messo la testa
ancora .
Ahora,
mi pequeña iracunda, mal educada y espléndida muchachita, prométeme no llorar,
sino darme ánimos para seguir aquí con mi trabajo. Deseo que vayas a ver Madame
Butterfly y pienses en mí al oír las palabras Un bel di .
JIM
Guarda
mis cartas para ti, querida. A ti es a quien las escribo.
27 de octubre de 1909
44
Fontenoy Street, Dublín
Querida,
la vieja fiebre de amor ha empezado a despertar de nuevo en mí esta noche. Soy
el caparazón de un hombre: mi alma está en Trieste. Sólo tú me conoces y me
amas. Estuve en el teatro con mi padre y mi hermana, una representación
desgraciada, un público repugnante. Me sentí (como siempre) un extraño en mi
propio país. Si al menos hubiera estado a tu lado [sic] podría haberte dicho al
oído el odio y el desprecio que sentí arder en mi corazón. Quizás tú me habrías
reprendido, pero también me hubieras comprendido. Me sentí orgulloso de pensar
que mi hijo, mío y tuyo, este hermoso muchachito que tú me diste, Nora, será
siempre un extranjero en Irlanda, un hombre que hablará otra lengua y estará
educado en una tradición distinta.
Detesto
Irlanda y a los irlandeses. A pesar de haber nacido entre ellos, en la calle me
miran fijamente. Quizás leen en mis ojos el odio que les tengo. Por todos
lados sólo veo la imagen del cura adúltero y sus sirvientes, y de mentirosas y
taimadas mujeres. No es bueno para mí venir o permanecer aquí. Quizás no
sufriría tanto si estuvieras conmigo. A veces, cuando recuerdo aquella horrible
historia de tu juventud, todavía me asalta la duda de si estás secretamente
contra mí. Pocos días antes de abandonar Trieste, paseaba contigo por la
Avenida Sta-dion (fue el día que compramos el tarro de cristal para las
conservas) Pasó un sacerdote y te dije ¿no sientes una especie de repulsión o
repugnancia al ver a uno de estos hombres: Me contestaste un poco secamente,
no, no la siento . Ves, recuerdo todos esos detalles. Tu respuesta me hirió y
me hizo callar. Esta y otras cosas similares que me has dicho quedan rondando
mucho tiempo en mi cabeza. ¿Nora, estás conmigo o secretamente contra mí?
Soy
un hombre celoso, solitario, insatisfecho, orgulloso. ¿Por qué no eres un poco
más dulce y paciente conmigo? La noche que fuimos juntos a ver Madame Butterfly
me trataste muy duramente. Deseaba simplemente oír aquella hermosa y delicada
música en tu compañía. Deseaba sentir tu alma lánguida y suspirante como la mía
mientras ella cantaba (el romance) de su esperanza en el segundo acto, Un bel
dí: Un día, un día veremos un anillo de humo en el borde más lejano del mar: y
entonces aparece el barco . Estoy un poco disgustado contigo. Luego, la otra
noche cuando llegué a casa y a tu cama, cuando venía del café, y empecé a
contarte todo lo que quería hacer y escribir en el futuro, y toda la ambición
sin límites que es la fuerza que dirige mi vida. No me escuchaste. Ya sé que
era muy tarde y que naturalmente estabas cansada después de todo el día. Pero
un hombre cuyo cerebro arde con esperanza y confianza en sí mismo necesita decir
a alguien lo que siente. ¿A quién decirlo, sino a ti?
Nora,
te amo profunda y verdaderamente. Ahora me siento digno de ti. No hay ni una
partícula de mi amor que no te pertenezca. Aparte de esas cosas que enturbian
mi mente contra ti, pienso siempre en ti del mejor modo. Si me dejaras, te
hablaría de todo lo que hay en mi cabeza, pero, a veces, en tu mirada, percibo
que únicamente te aburriría. De cualquier manera, te amo, Nora. No puedo vivir
sin ti. Desearía darte todo lo que es mío, todos mis conocimientos (pocos como
son), cualquier emoción que siento o haya sentido, cualquier simpatía o
antipatía que tenga, toda esperanza o remordimiento. Me gustaría atravesar la
vida al lado tuyo, contándote más y más hasta llegar a formar un único ser,
juntos hasta que nos llegara la hora de la muerte.
Incluso
ahora, mientras escribo esto, las lágrimas corren por mis ojos y los sollozos
me estremecen. Nora, sólo tenemos una corta vida en la que amar. Oh, querida,
sé sólo un poco más amable, e indulgente conmigo, incluso si soy desconsiderado
e intratable, y créeme, seremos felices juntos. Déjame amarte a mi manera. Haz
que tu corazón esté siempre junto al mío para escuchar cada latido de mi vida,
cada pena, cada alegría.
Recuerdas
aquel domingo por la tarde al regresar de Werther, cuando el eco de la triste
música como de muerte aún resonaba en nuestras cabezas, que tumbado en la cama
de nuestra habitación, intenté decirte aquellos versos de la Connacht Love
Song que tanto me gustan y que empiezan:
It
is far an it is far
To
Connemara where you are.
¿Recuerdas
que no pude acabar los versos? La profunda emoción de tierna veneración por tu
imagen que expresaba mi voz mientras recitaba los versos fue demasiado para
mí. El amor que siento por ti es verdaderamente una especie de adoración.
Querida,
deseo que seamos felices. Intenta mejorar tu salud mientras estoy lejos y, por
favor, hazme caso en las pequeñas cosas que te pido que hagas. Lo primero, come
tanto como puedas para llegar a parecer una mujer más que a la adorable,
esbelta, desgarbada y sencilla muchachita que eres. Si se ha terminado el
cacao, dile a Stannie que compre más: cuesta cinco chelines y seis peniques.
Mientras tanto toma el otro cacao y chocolate en gran cantidad. Liquida parte
de la cuenta de tu modista. Hoy te he enviado dos libros de modelos para que
elijas. El sábado te mandaré siete u ocho yardas de tweed de Donegal para que
te hagas un vestido nuevo. He estado buscando un juego de pieles para ti, y si
mis asuntos por aquí resultan bien, sencillamente te ahogaré en pieles,
vestidos, y capas de todas clases. Tengo pensadas algunas pieles muy bonitas
para ti.
Querido
amor, escribe ahora y dime que haces lo que te pido. Dime que eres feliz porque
te quiero, te soy fiel y pienso en ti. Te soy fiel. Nora, y pienso
constantemente en ti.
Buenas
noches, querida. Sé feliz durante este breve intervalo de separación y siempre
que pienses en mí besa a mi imagen en Georgie.
iAddio,
mia cara Nora!
JIM
18 de noviembre de 1909
44
Fontenoy Street, Dublín
Esta
noche no me atrevo a dirigirme a ti con ningún sobrenombre. Desde esta mañana
cuando leí tu carta, me he sentido todo el día como un perro callejero que ha
recibido un latigazo entre los ojos. He estado despierto durante dos días
enteros deambulando por las calles como un sucio canalla cuya querida le
hubiera apaleado y echado de su puerta.
Escribes
como una reina. Recordaré siempre, mientras viva, la serena dignidad de esa
carta, su tristeza y desdén, y la total humillación que me produjo.
He
perdido tu estima. He malgastado tu amor. Déjame, entonces. Llévate a tus niños
de mí para protegerlos de la maldición de mi presencia. Déjame hundir de nuevo
en el fango del que provengo. Olvídame a mí y a mis palabras vacías. Regresa a
tu propia vida y déjame ir solo a mi ruina. No es bueno para ti vivir con una
bestia vil como yo, o permitir que mis manos toquen a tus niños.
Actúa
con el coraje con que siempre lo has hecho. Si decides dejarme por
repugnancia, lo soportaré como un hombre, sabiendo que lo merezco mil veces, y
te pasaré dos tercios de mis ingresos.
Ahora
empiezo a verlo. He matado tu amor. Te he llenado de aversión y desprecio hacia
mí. Déjame ahora con las cosas y compañeros a los que era tan aficionado. No me
quejaré. No tengo derecho a quejarme o a levantar nunca más mis ojos hacia ti.
Me he degradado por completo a tus ojos.
Déjame.
Para ti es una vergüenza y una denigración vivir con un pobre desdichado como
yo. Actúa con valor y abandóname. Tú me has dado las mejores cosas de este
mundo, pero únicamente echabas margaritas a los cerdos.
Si
me abandonas viviré siempre con tu recuerdo, para mí más sagrado que Dios.
Rezaré en tu nombre.
Nora,
recuerda algo bueno del pobre desgraciado que te mancilló con su amor. Piensa
que tus labios le han besado, que tu pelo ha caído sobre él y que tus brazos
le han estrechado contra ti.
No
firmaré nada con mi nombre, pues es el nombre con el que me llamabas, me
respetabas y me ofrecías tu tierna alma joven para herirla y ultrajarla.
2
de diciembre de 1909
44
Fontenoy Street, Dublín
Querida
mía, quizás debo comenzar pidiéndote perdón por la increíble carta que te
escribí anoche. Mientras la escribía tu carta reposaba junto a mí, y mis ojos
estaban fijos, como aún ahora lo están, en cierta palabra escrita en ella. Hay
algo de obsceno y lascivo en el aspecto mismo de las cartas. También su sonido
es como el acto mismo, breve, brutal, irresistible y diabólico.
Querida,
no te ofendas por lo que escribo. Me agradeces el hermoso nombre que te di. ¡Si,
querida,mi hermosa flor silvestre de los setos es un lindo nombre! ¡Mi flor
azul oscuro, empapada por la lluvia! Como ves, tengo todavía algo de poeta.
También te regalaré un hermoso libro: es el regalo del poeta para la mujer que
ama. Pero, a su lado y dentro de este amor espiritual que siento por ti, hay
también una bestia salvaje que explora cada parte secreta y vergonzosa de él,
cada uno de sus actos y olores. Mi amor por ti me permite rogar al espíritu de
la belleza eterna y a la ternura que se refleja en tus ojos o derribarte debajo
de mí, sobre tus suaves senos, y tomarte por atrás, como un cerdo que monta a
una puerca, glorificado en la sincera peste que asciende de tu trasero,
glorificado en la descubierta vergüenza de tu vestido vuelto hacia arriba y en
tus bragas blancas de muchacha y en la confusión de tus mejillas sonrosadas y
tu cabello revuelto. Esto me permite estallar en lágrimas de piedad y amor por
ti a causa del sonido de algún acorde o cadencia musical o acostarme con la
cabeza en los pies, rabo con rabo, sintiendo tus dedos acariciar y cosquillear
mis testículos o sentirte frotar tu trasero contra mí y tus labios ardientes
chupar mi pija mientras mi cabeza se abre paso entre tus rollizos muslos y mis
manos atraen la acojinada curva de tus nalgas y mi lengua lame vorazmente tu
sexo rojo y espeso. He pensado en ti casi hasta el desfallecimiento al oír mi
voz cantando o murmurando para tu alma la tristeza, la pasión y el misterio de
la vida y al mismo tiempo he pensado en ti haciéndome gestos sucios con los
labios y con la lengua, provocándome con ruidos y caricias obscenas y haciendo
delante de mí el más sucio y vergonzoso acto del cuerpo. ¿Te acuerdas del día
en que te alzaste la ropa y me dejaste acostarme debajo de ti para ver cómo
lo hacías? Después quedaste avergonzada hasta para mirarme a los ojos.
¡Eres
mía, querida, eres mía! Te amo. Todo lo que escribí arriba es sólo un momento o
dos de brutal locura! La última gota de semen ha sido inyectada con dificultad
en tu sexo antes que todo termine y mi verdadero amor hacia ti, el amor de mis
versos, el amor de mis ojos, por tus extrañamente tentadores ojos llega
soplando sobre mi alma como un viento de aromas. Mi pija está todavía tiesa,
caliente y estremecida tras la última, brutal embestida que te ha dado cuando
se oye levantarse un himno tenue, de piadoso y tierno culto en tu honor, desde
los oscuros claustros de mi corazón.
Nora,
mi fiel querida, mi pícara colegiala de ojos dulces, sé mi puta, mi amante,
todo lo que quieras (¡mi pequeña pajera amante! ¡mi putita cogedora!)eres
siempre mi hermosa flor silvestre de los setos, mi flor azul oscuro empapada
por la lluvia.
JIM
6
de diciembre de 1909
44
Fontenoy Street, Dublín.
¡Noretta
mía! Esta tarde recibí la conmovedora carta en la que me cuentas que andabas sin
ropa interior. El día veinticinco no conseguí las doscientas coronas, sino
sólo cincuenta, y otras cincuenta el día primero. Esto es todo en lo que al
dinero se refiere. Te envío un pequeño billete de banco y espero que al menos
puedas comprarte un lindo par de bragas con volados, y te mandaré más cuando me
paguen de nuevo. Me gustaría que usaras bragas con tres o cuatro volados, uno
sobre el otro, desde las rodillas hasta los muslos, con grandes lazos escarlata,
es decir, no bragas de colegiala con un pobre ribete de lazo angosto, apretapiernas
y tan delgado que se ve la piel entre ellos, sino bragas de mujer (o, si
prefieres la palabra) de señora, con los bajos completamente sueltos y perneras
anchas, llenos de volados, lazos y cintas, y con abundante perfume de modo que
las enseñes, ya sea cuando alces la ropa rápidamente o cuando te abraces
bellamente, lista para ser amada, pueda ver solamente la ondulación de una
masa blanca de telas y así cuando me recueste encima de ti para abrirlos y
darte un beso ardiente de deseo en tu indecente trasero desnudo, pueda oler el
perfume de tus bragas tanto como el caliente olor de tu sexo y el pesado aroma
de tu trasero.
Te
habrán impresionado las cosas sucias que te escribo. Quizás pienses que mi amor
es una cosa sucia. Lo es, querida, en algunos momentos. Te sueño a veces en
posiciones obscenas. Imagino cosas muy sucias, que no escribiré hasta que vea
qué es lo que tú me escribes. Los más insignificantes detalles me producen una
gran erección- un movimiento lascivo de tu boca, una manchita color castaño en
la parte de atrás de tus bragas, una palabra obscena pronunciada en un murmullo
de tus labios húmedos, un ruido sin recato, repentino, de tu trasero y
entonces asciende un feo olor por tus espaldas. En algunos momentos me siento
loco, con ganas de hacerlo de alguna forma sucia, sentir tus lujuriosos labios
ardientes, chupándome, coger entre tus dos senos coronados de rosa, en tu cara
y derramarme en tus mejillas ardientes y en tus ojos, conseguir la erección
frotándome contra tus nalgas y poseerte sodomíticamente.
Basta
per stasera!
Espero
que te haya llegado mi telegrama y lo hayas comprendido.
Adiós,
querida mía a quien trato de degradar y pervertir.
¿Cómo
sobre esta tierra de Dios es posible que ames una cosa como yo?
¡Oh,
estoy tan ansioso de recibir tu respuesta, querida!
JIM
Matasellos
del 23 de agosto de 1912
21
Richmond Place, N.C.R. Dublín
Querida
mía, esta mañana llamé para citarme con Roberts. No estaba allí, pero me dejó
la carta que te adjunto. La leí y caminé por la calle sintiendo cómo todo mi
futuro se escapaba de mi control. Permanecí durante una hora sentado en un sofá
de la oficina de mi padre. He estado toda la noche con el libro entero en la
cabeza, imaginé que lo veía, que lo leían mis conocidos, imaginé las críticas
sobre él, tanto amables como poco amistosas. Esta mañana todo parecía
derrumbarse.
Me
parece que hubiera sido mejor no decir nada más. Hoy he pensado largo rato en
usar el dinero que me queda en un revólver, y usarlo con los sinvergüenzas que
durante tantos años me han torturado con sus esperanzas. No diré más. Si me
quieres, lo sentirás por ti misma [sic] Querida, estoy seguro de que lo harás,
y, oh, cómo me gustaría tener tu apoyo y tus palabras de ánimo, para olvidarlo
todo y dormirme en tus brazos, oculto por tu amor.
No
sé lo que haré o lo que puedo hacer. Ya lo pensaré. Lucharé hasta el fin.
Stannie no me ha enviado ni una línea ni ningún dinero. Mañana empeñaré mi
reloj y mi cadena para subsistir algún tiempo más. Parece que todo se ha
desvanecido, dinero, esperanza y juventud.
Al
menos estarás tú. No te aflijas por mí. Come, duerme y sé feliz. Cuando nos
encontremos (y espero que sea muy pronto), espero encontrar en ti lo que he
perdido en otras partes, verte joven y feliz, sonriente y caminando como una
reina.
JIM
P.S.
Me sorprendió y desilusionó no haber recibido hoy carta tuya. Escribe de una
vez y devuélveme la carta de Roberts. Piensa en mí, pero no te impacientes.
Matasellos
del 3 de junio de 1920
[Tarjeta
Postal]
Portogruaro
Toma
dos billetes para el viernes por la noche y ve lo mismo si yo regreso o no. Si
llego el viernes. No, mejor espera hasta que te escriba de nuevo.
Un
día muy aburrido con amenaza de tormenta.
JIM